Epígrafe Fronterizo

"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los garbanzos, del pan, de la harina, del vestido, de los zapatos y de los remedios dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y se ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el niño abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales"

Bertold Brecht

viernes, 27 de diciembre de 2013

“¿Dónde danza la Realidad?” Activismo, Reciclaje y Persistencia en la Obra de Pablo Ocqueteau


Nos reunimos aquella tarde de marzo para hablar de la campaña por el voto chileno en el exterior. Se trataba de transformar una demanda irrelevante en el debate político chileno, en una voz legítima, en un clamor visible acerca de una realidad injusta. Pablo se acercó a la impresora situada sobre mi escritorio, un precario mueble ensamblado con planchas negras de madera prensada, que hace las veces de mesa de trabajo. En mi casa, casi todo el mobiliario es de segunda mano, desechado y arrojado a la calle por alguna familia o comprado en los interminables galpones suecos de IKEA instalados en Berlin. Todo circula en la capital alemana; desde una chaqueta descosida o una silla con el forro gastado, hasta un televisor desvencijado y reemplazado por un plasma de alta resolución. Muchos chilenos radicados en Berlin hemos amoblados nuestros espacios, alimentados por el flujo de una variedad infinita de artefactos, todos ellos al borde de su inutilización final.

Esas trayectorias, ese ciclo vital de los objetos en continuo desplazamiento, se ha transformado en un referente cultural de la metrópoli berlinesa. Quizás, la propia historia de la ciudad transformó con violencia el valor estético de su materialidad. Berlin tuvo que rehacerse después de la última gran guerra, rescatando cada muralla, pedazo de tabla o cualquier utensilio sobreviviente de los escombros y de la muerte. Y tengo la sensación de que la perspectiva estética de Pablo se apropió, intuitivamente, de ciertos procesos de esta atmósfera en continua regeneración vital.

Su nombre es Pablo Ocqueteau Cohen. Y he sido testigo de cómo la neurología de este artista visual, fotógrafo, videísta, activista político, cocinero y alquimista de los cuartos oscuros (el listado de sus oficios es interminable), ha incrementado su actividad bioeléctrica debido a la persistencia de sus propios sueños. Parido en la patagonia chilena, golpeado por la brisa marina de Valparaíso, regenerado en Buenos Aires, Barcelona y, finalmente, en Berlin, ha hecho del reciclaje y de la fusión de conceptos, la actividad predilecta de su sinapsis espiritual. Su trabajo fotográfico plasma las imágenes de personajes anónimos de la ciudad, en afiches obsoletos y materiales reciclados para visibilizar la naturaleza urbana y los intersticios de su humanidad ¿Cómo opera esta transmutación? Mediante la alquimia de la emulsión argéntica. Sus exposiciones fotográficas “Like a Rolling Stone” o “Ich bin ein Berliner” revelan cómo la mirada de Ocqueteau sensibiliza superficies, descubriendo al testigo material rescatado del tejido social. Metales oxidados, papelería deslucida y todo objeto destinatario del desprecio por su caducidad, son ungidos por su labor que ha puesto de manifiesto la voz acallada de los materiales.

En diciembre de 2013, Alejandro Jodorowsky lanzó en Berlin su último filme “La Danza de la Realidad”. ¿Dónde danza la realidad? - fue la interrogante que arrojó Pablo en medio de la concurrencia que rodeaba al anciano ícono. “Persiste” - le devolvió Jodorowsky, imperativo cuyo sentido sólo Pablo comprendió. ¿Es acaso posible hablar de una geografía de la realidad, donde la persistencia, en una perpetua danza de la voluntad, devuelva la confianza en los propios procesos creativos? Probablemente, sí. Quizás, como un acto político. En aquel encuentro con Jodorowsky, la persistencia, la voluntad que hace resistente los sueños a pesar de la realidad adversa, fue la respuesta críptica del psicomago. A veces creo que se refería a-sí-mismo. Después de toda una vida, la danza se vuelve magistral y los movimientos más sutiles, precisos y etéreos. Se trata de danzar hasta que la música, la vida, se detenga. Pero ¿cómo se puede persistir? La ubicación geográfica en el mundo de los sueños no es fija; transcurre como armónicos desplazamientos que disuelven la sensación de caducidad de todas la cosas. ¿Dónde danza la realidad? No en su estática; sino en la persistencia del movimiento, en los desplazamientos de la voluntad, en la táctica cotidiana de resistir frente a las fuerzas de la entropía, de la disolución y del olvido. Por eso es que la continua obra de Ocqueteau (y creo que él lo sabe) se ha vuelto un acto político. Su fotografía procura resucitar, en la circulación de artefactos, la cosmografías urbanas y las funcionalidades que transmutan en otras funcionalidades.

Sin embargo, quiero terminar de contar la anécdota. Quiero hablar de esas funcionalidades que transmutan en otras funcionalidades. Mientras Pablo gesticulaba con las manos, explicando atropelladamente su idea gráfica de la campaña por el ejercicio del voto exterior, sacó -de la papelería A4 ubicada al costado de mi impresora- una hoja en blanco. Rápidamente, garabateó una bandera chilena en toda la superficie de la hoja. Con pulcritud fue realizando dobleces y afirmando los pliegues, hasta dar a luz un avioncito de papel, similar a aquellos que surcaban los cielos durante nuestra lúdica niñez. “De esto se trata” - me señaló. Y, acto seguido, lanzó la nave por la habitación, la que planeando con suavidad, aterrizó junto al sofá en que estaba sentado. “Haz tu voto volar” - fue la imperativa frase con la que concluyó su explicación.

Meses más tarde, la bandera chilena plegada como avión de papel y la frase “Haz tu Voto Volar”, constituyeron la expresión visual de un gran movimiento de chilenas y chilenos, en demanda del ejercicio del voto exterior sin condiciones. La frase y el avión, cuyo vuelo representa el voto surcando miles de kilómetros hasta ser depositado en una imaginaria urna en Chile, se transformó en el ícono gráfico de tres manifestaciones mundiales en el 2013. No pasaron desapercibidos estos hechos en los medios de prensa, pero sí la raíz artística del acto político. Aquella tarde de marzo, Pablo Ocqueteau pudo reciclar una bandera deslucida de tanto ostracismo político, ligando sus ajadas fibras con la potencia lúdica de la niñez. Así son las vueltas de la vida. Esta vez la alquimia del artista lanzó por los cielos el poder creador del activista. Por esta vez el objetivo político transmutó en una deliciosa danza, al ritmo de las utopías. Qué bueno que la realidad sea posible, mientras dure la danza ¿Escuchaste, Pablo? Te hicieron psicomagia: “Persiste, Pablo, persiste”.

(*) La obra de Pablo Ocqueteau Cohen puede ser visitada, en el siguiente link: http://www.ocq.cl
(**) Publicado en la revista Bufé Magazin de Cultura y en El Quinto Poder.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Votaciones simbólicas electrónicas en el exterior: Alegoría ciudadana a modo de operación Deyse

Redactado en coautoría con Rodrigo Olavarría (Paris)

Un país es más que un territoriose titula el emotivo video que la campaña “Haz tu Voto Volar” publicó en su canal Youtube “Chilenos sin Voto”. El mensaje y las imágenes que se suceden unas a otras, representan el anhelo de cientos de miles de chilenas y chilenos que residen en el exterior, por ejercer su derecho a voto fuera del territorio nacional. En un país donde muchos de los derechos constituyen una realidad distante de la vida cotidiana de las personas, la ciudadanía -una vez fuera del país- también se transforma en una alegoría, en una condición cívica truncada, en letra muerta escrita en los recovecos de la institucionalidad política chilena.

En estas dos últimas décadas, se han organizado en el exterior un sinnúmero de votaciones simbólicas. Y, al igual que el balotage que se realizará en Chile, fuera del país se realizarán -entre el 09 y el 15 de diciembre de 2013- unas votaciones de carácter simbólico, a través del portal de internet www.votociudadano.cl. Realizadas de manera electrónica en torno a las elecciones presidenciales y parlamentarias del 17 de noviembre, en esta segunda vuelta presidencial, la plataforma electrónica estará abierta para que las chilenas y chilenos emitan su voto simbólico, como acto alegórico que pone en relieve a una ciudadanía que no puede continuar siendo una entelequia política.

¿Es relevante participar en estas votaciones electrónicas? Nosotros creemos que sí. Las votaciones simbólicas (electrónicas) realizadas en torno a la primera vuelta presidencial concluyeron con una participación de más de doce mil compatriotas residentes en el exterior. Algunos denostaron la actividad debido a la cantidad de participantes, con relación al hipotético número de quinientos mil connacionales en condiciones jurídicas de votar. Para otros el voto electrónico fue una novedad y una forma de demandar el ejercicio del sufragio extraterritorial. En esta segunda vuelta presidencial, el acto de votar en esta plataforma electrónica constituye, no sólo el ejercicio simbólico de la voluntad ciudadana, sino que también una suerte de ensayo futurista de cómo sería el acto de sufragar desde el exterior, en una eventual elección real.

Cuando se anunció la realización de esta Votación Simbólica (electrónica), un mes antes de la primera vuelta presidencial, surgieron en las redes sociales algunos llamados a no participar. Las aprehensiones redundaron en torno al cuestionamiento de la privacidad del voto electrónico, al uso malicioso de la información del participante, a un carácter de “encuesta” de la actividad, además de una eventual oposición al voto exterior, por parte de los sectores políticos que resultasen menos favorecidos en esta votación electrónica. Estas aprehensiones son legítimas. Más de dos décadas de democracia formal y de promesas no cumplidas al respecto, hacen de la desconfianza una comprensible reacción.

Sin embargo, INRIA-Chile, autores de la plataforma informática, ha explicado técnicamente cómo -vía proceso de encriptamiento de datos- se asegura la privacidad de la información del o de la participante. Del mismo modo, si se analiza el diseño metodológico del proceso de votación, no es difícil afirmar que su configuración adolece de falencias técnicas que impiden que esta votación electrónica pueda constituirse en una “encuesta” propiamente tal. Esto significa que no se puede asegurar la validez “técnica” de los resultados, respecto de las tendencias electorales de las chilenas y chilenos en el exterior.

En concreto: La participación depende de factores no controlables por los organizadores, tales como la voluntad de participar, el conocimiento de la existencia de la actividad y el manejo informático, entre otros aspectos relevantes. Por otra parte, el universo poblacional y sus características son desconocidos. No existe información fidedigna y actualizada, con relación a la totalidad de las chilenas y chilenos en el exterior. En esas condiciones no se puede estimar la estructura, ni el tamaño de una muestra (participantes); menos establecer técnicas de selección de ésta, ni asegurar su representatividad y su potencial generalizador. Si a partir de los resultados, alguien sugiriera hacer cálculos político-electorales para decidir si apoya o no el ejercicio del derecho voto en el exterior, a dicha actitud no se le podría atribuir el carácter de seriedad.

El valor de esta votación electrónica radica en su simbolismo y en sus implicancias prácticas para el futuro. El trabajo realizado por Voto Ciudadano ha permitido que actores de la sociedad civil en Chile y en el exterior participen de forma coordinada y transversal, a pesar de que sus actores participantes, es decir, las ONGs, fundaciones y redes ciudadanas empoderadas no tienen la facultad jurídica de realizar una “votación de verdad”. En tal sentido, la experiencia de la primera vuelta electoral ha puesto en evidencia que la sociedad civil es capaz de organizar una votación a nivel internacional. Entonces ¿por qué, en más de dos décadas, el Estado de Chile no ha implementado el voto exterior? No es menor que el 27 de noviembre de 2013, la campaña “Haz tu Voto Volar” haya denunciado al Estado de Chile ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por violación a la libertad de expresión y al derecho a sufragio de los chilenos en el exterior. Esta denuncia ha dejado al desnudo ante la comunidad internacional las profundas grietas de la democracia chilena. 

Para el Estado no será fácil asegurar la participación efectiva desde el exterior, en unas eventuales elecciones reales. Las experiencias de voto simbólico en el exterior muestran que existe el riesgo de una baja participación, vinculado con la falta de preparación de las diásporas para enfrentar el voto real y formular un voto válido. Desde esta perspectiva, esta votación simbólica tiene el carácter de “operación Deyse”, de un “Plan Cooper“cívico realizado a escala internacional, para preparar a la ciudadanía chilena globalizada ante un eventual ejercicio futuro del derecho a sufragio desde el exterior. Como es de conocimiento público, la gran enseñanza que deja ese plan de seguridad, que cientos de miles de estudiantes han practicado en las escuelas de Chile, es saber reaccionar ante cualquier suceso de carácter catastrófico, ya sea natural o debido a causas humanas.

No cabe duda que ese trabajo de prevención está destinado a evitar el mayor número de víctimas posibles, en una situación de desastre. Y, al igual que con los terremotos, más temprano que tarde, las elecciones vendrán a remecer a los “pequeños Chile” que constituyen las miles de chilenas y chilenos que residen en el exterior. Las elecciones simbólicas electrónicas, se transforman así en una acción de prevención para limitar los estragos de la ausencia del ejercicio del voto extraterritorial y preparar a los futuros electores para un buen manejo de una plataforma virtual, permitiendo el ejercicio efectivo de su derecho a sufragar. Se transforma, entonces, en un entrenamiento frente a los eventuales tsunamis de abstencionismo no deliberado, reforzando los cimientos de la identidad chilena y afrontando la fractura ciudadana que produce la vulneración crónica del principio de Igualdad ante la Ley. Es educación cívica. También es protesta contra la discriminación de la cual se consideran víctimas las cientos de miles de chilenas y chilenos que residen fuera del país. 

Es por todo esto que los chilenos en situación de migración, residentes temporales o establecidos en el exterior, no tan sólo deberían participar en las votaciones simbólicas organizadas por Voto Ciudadano, sino que además, de forma empoderada, instalar urnas electrónicas y físicas en sus respectivos territorios. En Paris se instalarán dos lugares de votación el próximo 15 noviembre, ambas con urnas electrónicas (la computadora conectada al sitio www.votociudadano.cl) y con urnas físicas. Será la Maison du Chili y el Théâtre Aleph, ambos soles culturales de la comunidad chilena en Francia, los que oficiarán de locales de sufragio.

El dilatar el voto en el exterior solo logrará que la democracia chilena siga siendo mostrada como un sistema inconsistente, entre lo que es y lo que le gusta que la comunidad internacional diga que es. Todas y todos esperamos que estas votaciones simbólicas sean las últimas que se celebren en el exterior. Y aunque padecemos de una ciudadanía obstruida, también le hemos señalado al mundo que somos una ciudadanía resistente. Cada día que transcurre es necesario que cada compatriota en el exterior utilice todas las herramientas posibles para que un día en Chile se configure el sufragio universal. Y las votaciones electrónicas son una de ellas. Así como esa bandera chilena, que plegada como un avioncito de papel ha llegado a golpear las puertas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, sea usted también la persona que le enrostre -con su voto simbólico- a la institucionalidad política chilena, su legítimo derecho a participar de los destinos de nuestro país.

(*) Publicado en El Quinto Poder.